El dolor y los enfrentamientos nos han transformado; y el proceso de paz es un compromiso constante con el tiempo; es un trabajo paciente que busca la verdad y la justicia, que honra la memoria de las víctimas y que se abre paso a una esperanza común más fuerte que la venganza.
La verdad es compañera inseparable de la justicia y la misericordia, y las tres juntas son esenciales para construir la justicia, la paz y restablecer los derechos del ser humano; por otra parte, cada una de ellas impide que las otras sean alteradas. La verdad, no debe conducir a la venganza, sino más bien a la reconciliación y al perdón.
Verdad es, confesar; verdad es, reconocer el dolor de las víctimas de la violencia y los abusos.
Cada violencia cometida contra un ser humano, es una herida en el tejido social de la humanidad.
La violencia engendra violencia, el odio engendra más odio, la muerte más muerte y hoy, tenemos que romper esa cadena; y es a partir del amor, como podemos construir un mundo nuevo, porque no es un mundo estéril, sino la mejor manera de lograr caminos eficaces de desarrollo para todos.
María Esperanza Castro Torres pastoral de las comunicaciones vicariato.