Históricamente el primero de mayo se celebra en honor a los mártires de Chicago en Estados Unidos, donde un grupo de trabajadores sindicalizados, fueron ejecutados en 1886, por ir a la huelga y reclamar una jornada de 8 horas de trabajo.

Hoy, después de 135 años; la pandemia universal por la Covid-19 ha generado afectación a los ciudadanos del mundo; virus que en el mejor de los casos, nos llevó a estar encerrados en nuestras casas y lo más triste al duelo de seres queridos.

En muchos aspectos, la Covid-19 ha marcado nuestra cotidianidad, pero especialmente, ha ampliado la brecha de la desigualdad económica, retrocediendo en los esfuerzos para crear sociedades más equitativas.

El mundo de hoy 2021, se caracteriza por una enorme desigualdad, con la mitad de la riqueza mundial concentrada en los grupos de poder; según la organización mundial del trabajo, alertó en su momento, que millones de personas perderían su trabajo o quedarían subempleadas.

Ésto, ya no es una crisis de salud mundial, también es una gran crisis económica y del mercado laboral que tiene gran impacto en las personas; ya que hoy, la pobreza y el hambre están empeorando, produciendo un gran colapso económico, con millones de personas obligadas a trabajar desde su casa; con las oficinas y tiendas cerradas como parte de las medidas de contención, y con los viajes restringidos en todo el mundo; de ahí, que es inevitable que la economía sufriera el colapso que hoy tenemos.

En Colombia, hoy se tiene alerta roja en las grandes ciudades, con cierres graves para la economía, dejando a más de 60 mil empresarios con cierre total de sus negocios y/o empresas, y a miles de personas sin trabajo.

Advertencia que en su momento, fué hecha por bla OIT, quien advirtió que la mitad de la fuerza laboral del mundo, podría ver destruidos sus medios de vida, debido a la continúa disminución de las horas de trabajo provocadas por los cierres.

En su momento, el banco mundial confirmo también, que el mundo atravesaba la peor recesión desde la segunda Guerra Mundial.

Hoy, la Covid-19 sigue generando la perdida de horas de trabajo en el mundo, lo que genera pérdida de millones de empleos, pues el virus es global y por ende la economía también; lo que significa que es una crisis que afecta a todas las regiones del mundo, pero especialmente, a los países en proceso de desarrollo, siendo la economía informal la más afectada, donde según los expertos economistas, al rededor de 1800 millones de personas son las más perjudicadas, pero no son sólo ellas; son también las empresas que se están viendo obligadas a detener sus actividades, y en el peor de los casos como está ocurriendo en Colombia, se están viendo obligadas a cerrarlas.

Desde el Vicariato, Monseñor Joselito Carreño, enfatiza que, hoy, Colombia, se debate no sólo entre el aumento de la pobreza, por la crisis económica; sino porque es víctima de una clase política que ha venido concentrando el poder a lo largo de muchos años, hoy, empeñada en una reforma tributaria que solo busca proteger los intereses económicos de los oligopolios empresariales que dominan la economía del país, dirigentes de la nación que se consideran dueños de la misma; afectando la clase media y a los más vulnerables de la sociedad, ahondando cada vez más los niveles de pobreza, de inequidad, de desigualdad social; dónde cada día el rico es más rico y el pobre es más pobre; donde Miles de trabajadores del campo y la ciudad sufren la ausencia de ingresos, lo que lleva a la falta de alimentos, de seguridad y de futuro… La gran pregunta es: por qué en otros momentos de crisis que ha vivido el país, se ha financiado a los bancos con grandes sumas de dinero como ocurrió el año inmediatamente anterior, donde el sector bancario produjo una gran utilidad para ponerla al servicio del estado para generación de empleo y promover la mediana y pequeña empresa y hoy Dónde está el apoyo?

María Esperanza Castro Torres Oficina de Pastoral de las Comunicaciones.

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