Hoy 2 de marzo se da inicio a un nuevo tiempo litúrgico. Con el Miércoles de Ceniza, los católicos dan comienzo al tiempo cuaresmal, dónde se vivirán cuarenta días de reflexión profunda a los hechos ocurridos en la Semana Santa.

La práctica del Miércoles de Ceniza surge antes de Cristo con los judíos que utilizaban la ceniza como simbología de penitencia. Años más adelante los católicos empezaron esta práctica para preparar la celebración de la Semana Santa, y en el siglo XI, se agrega al misal el rito del Miércoles de Ceniza, siendo esta una tradición espiritual e ingrediente del arrepentimiento, de reencontrarse a Dios y de alejarse de la perversidad del pecado.

En la actualidad los cristianos reciben la Cruz en la frente con las cenizas que se obtuvieron al incinerar las palmas del Domingo de Ramos anterior. La ceniza a través del tiempo ha obtenido el significado de muerte, en sentido de transición, de humildad y penitencia, haciendo referencia a la Palabra de Dios que nos extiende la invitación a la conversión y preparación de la Pascua.

En el texto evangélico según Mateo, Jesús habla de la justicia, es decir, de la fidelidad a Dios que debe animar la vida, y nos da un principio con tres aplicaciones precisas; el principio habla de “obrar por Dios, y no por el aplauso de los hombres” y las aplicaciones hacen referencia a tres obras buenas. La limosna, la oración, el ayuno y abstinencia. Siendo estos signos que manifiestan y reafirman la conversión en el tiempo de Cuaresma.

La Cuaresma da inicio con la imposición de la ceniza, dándonos un mensaje de que necesitamos un reajuste o renovación con nuestras actitudes con Dios y el prójimo, haciendo un examen a fondo de los criterios que guían nuestra forma de actuar, así como las prácticas religiosas que realizamos, sean pocas o muchas.

Cuando el sacerdote se dispone a ponernos la cruz nos dirá “Conviértanse y crean en el evangelio”. La imposición de la ceniza es un rito que encierra un mensaje. Es signo de comienzo de vida y renovación, eliminando con las cenizas, la versión vieja del hombre pecador y el nacimiento de un hombre nuevo con Cristo resucitado.

La liturgia de la Palabra nos presentará en la primera parte de la Cuaresma, el tema de la conversión o penitencia. En la segunda, la renovación bautismal, para llegar a la noche de Pascua convertidos y renovados en la opción de nuestro bautismo. Apasionante tarea la que hoy emprendemos en camino hacia la Pascua.

Comenzamos un tiempo fuerte del año Litúrgico y de nuestra vida personal y comunitaria. Damos inicio al entrenamiento cuaresmal: Un ejercicio de oración y escucha de la palabra, de conversión de fe al Señor y al amor al prójimo. Comenzamos a vivir una oportunidad de renovación interior.

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