En este momento en que hay más movilizaciones en el mundo, son muchos los hechos de violencia que se ha desatado en los últimos días, especialmente después del vil asesinato de George Floyd en Estados Unidos y de Javier Ordóñez en Colombia.

Manifestación clara de un rebrote de xenofobia y rudeza, lo que ha generado movilizaciones a nivel mundial y en Colombia, condenando el racismo y el abuso de la fuerza y autoridad en el caso Colombiano.

Hecho condenable como en su momento lo hizo Martin Luther King, cuando movilizó a la sociedad sin violencia contra el racismo y como lo hiciera Majadma Gandy ese gran líder espiritual y político en la India para liberar a su pueblo del yugo Inglés; definiendo los valores de la libertad, igualdad y solidaridad.

En Colombia y el mundo, los últimos episodios de violencia han sido orientados a derribar, vandalizar y pinturrajear estatuas que hacen referencia a personajes que con sus pro y sus contras, hacen referencia a una realidad histórica que no se puede abordar desde un presentismo concentrista A veces cargado de ignorancia, dando la impresión de alimentar una hispanofobia leyenda negra de una invasión a pueblos aborígenes ancestrales, así como el rechazo a todo un proceso histórico originado en la Europa hispánica.

Ni la violencia, ni el vandalismo, ni la ignorancia son válidos para admitir cualquier barbarie racista.

Hoy, tenemos que defender y proteger el principio de legalidad democrática y los derechos humanos en procura de un logro hacia la justicia, la libertad, la equidad y la inclusión.

Desde el vicariato Monseñor Joselito hace una reflexión dónde plantea la no violencia, la cual implica educación y un desarme de los sentidos y el espíritu; que implica desarmar las ideas en cuanto a competencia con los demás; comparación frente a los demás,  ya que ésto lleva al individuo a perder los propios valores, a generar angustia, irá, rencor, envidia pensamientos negativos gérmenes de la violencia.

Hay que educar la mente, el espíritu, el corazón; para promover la no violencia frente a quien ataca y violenta; siempre imponer el bien a quienes pretenden hacer el mal, éste es el mejor instrumento. Según Martin Luther King, “nos golpean, los seguimos amando; nos echan a la cárcel, los seguimos amando; nos matan, entonces desde la eternidad los seguiremos amando”.

La no violencia desarma corazones airados y malvados,  genera paz, armonía y progreso entre los pueblos y Naciones del mundo.

María Esperanza Castro Torres
Oficina de pastoral de las comunicaciones

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