El episodio de los San tos Inocentes está marcado por la crueldad, donde se narra la matanza de los niños nacidos en Belén.

Tradición que data de los primeros años de la era cristiana, cuando el rey Herodes I el grande, dió orden de matar a niños menores de 2 años nacidos en Belén, para asegurarse que el anunciado Mesias futuro rey de Israel, fuera asesinado; ejemplo clásico de genosidio y abuso de poder.

Sin embargo hoy, en pleno siglo XXI se sigue con esa actitud genosida al producirse cerca de 25 millones de abortos peligrosos al año.

Para el año de 2014 se produjo el 45% de todos los abortos en el mundo, según el instituto Guttmacher y la OMS, el 97% de los abortos peligrosos se produjo en países en desarrollo como África, Asia y América Latina.

De los 210 millones de embarazos anuales, 80 millones no son planeados y de ellos 46 millones, un 58% terminan interrumpidose, de estos el 19 millones se interrumpen con aborto ilegal; lo que lleva a las mujeres a recurrir a abortos inseguros poniendo su vida y su salud en riesgo.

Según el Ministerio de Salud, en el país, las cifras totales muestran que entre 2009 y 2020 se realizaron 436.020 atenciones en salud relacionadas con procedimientos de aborto.

Con el aborto, el objetivo de proteger la vida no se cumple; los no nacidos no tienen derecho a que se respete su vida y a ser protegidos por el estado, derechos que deben ser prevalentes y que se pueden proteger a través del delito del aborto; los derechos humanos no pueden pasar por encima de los derechos del hijo o del padre, ya que la vida se debe defender desde la concepción, por lo cual, no se debe legalizar un acto que atente contra la vida.

La iglesia católica señala que, el derecho fundamental a la interrupción del embarazo no existe, pues la vida se inicia desde el momento de la concepción.

Para Monseñor Joselito, permitir el aborto sin límite alguno es permitir que la mujer ante la falta de una efectiva conciencia y ante la irresponsabilidad tanto de ella como de su pareja al momento de tener contacto íntimo, estás relaciones puedan terminar en embarazo no deseado.

Más bien, la pareja previo al encuentro sexual debería preocuparse por aplicar políticas de planificación familiar y no convertir el aborto como método de planificación; no se puede ni se debe sacrificar la vida de un bebé, para corregir un error en el que incurrieron dos adultos al actuar en forma irresponsable. El dominio personal es lo que se requiere practicar porque el que se domina así mismo, domina a su peor enemigo.

Desafortunadamente la práctica del aborto es usual por todo el mundo, y de los 20 millones de embarazos anuales 80 % de estos no son deseados y 46 millones un 58% terminan interrumpiendose.

Finalmente Monseñor expresa que ” la vida humana debe ser respetada de manera absoluta desde el momento mismo de la concepción y, desde el primer momento de su existencia el ser humano debe ver reconocidos sus derechos como persona, entre ellos el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida”.

María Esperanza Castro Torres
Oficina de pastoral de las comunicaciones.

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