En 1999 la Asamblea General de las Naciones Unidas, designó el 12 de agosto como el día internacional de la juventud, con la cual, se busca promover el papel de los jóvenes como actores fundamentales en los procesos de cambio y generar un espacio para crear conciencia sobre los desafíos y problemas a los que se enfrentan.

Actualmente, existen 1800 millones de jóvenes entre los 10 y 24 años de edad. Es la población más grande de la historia; sin embargo, más de la mitad de los niños y adolescentes entre ,6 y 14 años no saben leer o no tienen conocimiento básico de matemáticas a pesar de que la mayoría de ellos asiste a la escuela.

Ésta crisis global en el aprendizaje, amenaza con fuerza el progreso hacia los objetivos de desarrollo sostenible.

En Colombia, hay, 8.5 millones de jóvenes entre 10 y 19 años  de edad qué representan el 17% del total de la población;  un 51% de estos adolescentes son hombres y el resto 49% mujeres. Al igual que en otros países de la región, en los que se observa altos niveles de desigualdad, a esta población se le brinda menos oportunidad para prosperar en su entorno social.

En nuestro país, una minoría  de jóvenes tiene el privilegio de acceder a la educación superior y al conjunto de oportunidades básicas, es sabido que los mayores niveles de exclusión, se encuentran en las juventudes rurales o población campesina, indígenas, jóvenes hombres y mujeres de estratos bajos  y población víctima del conflicto.

Hoy, los jóvenes hombres y mujeres, forman un grupo significativo que tiene derecho a participar, abogar e influir en las políticas públicas que afectan su vida; es importante que estos jóvenes  puedan acceder a un sistema de educación superior, dónde obtengan herramientas y refuercen su aprendizaje  para que se  puedan convertir en ciudadanos útiles con educación para el empleo y su proyecto de vida. La

Educación no puede  ni debe seguir siendo educación para las élites económicas y políticas; sino que debe ser un derecho donde todos y todas puedan participar sin  exclusión.

Para Monseñor Joselito Carreño Quiñones, la educación es un renglón fundamental en la formación de niños y jóvenes; la enseñanza en valores éticos, morales y sociales, es vital para el relevo generacional que a futuro les corresponde; ya que del grado de su preparación, dependerá el bienestar social y el desarrollo sostenido y sostenible que deseamos alcanzar. De otra parte, el desarrollo de nuestro país, dependerá  fundamentalmente de que tan competentes puedan ser nuestros jóvenes. María Esperanza Castro Torres pastoral de las comunicaciones vicariato.