Su deseo fue ser monje, pero contrario a ello fue elegido Papa.

Hombre de acción práctica y emprendedor; dió inicio a una profunda reforma de la iglesia, dejando números escritos, la grandeza de su obra le valió el apelativo de magno.

Gregorio nació en Roma en el año 540, de familia Patricia romana, perteneciente a la Gems de Anicia, de fé cristiana y conocida por los servicios prestados a la sede apostólica.

Gregorio cursó estudios de derecho, fué político y ocupó el cargo de prefecto en Roma.

Años después, de retira de la política, dona sus bienes a los pobres y convierte  su casa en monasterio, se entrega al recogimiento,  a la oración y al estudio de las sagradas escrituras.

El Papa Pelagio II lo nombra diácono y lo envía a Constantinopla, como su Nuncio Apostólico, dónde vive 6 años y además ejerce cómo diplomático viviendo como monje

De regreso a Roma, vuelve a su monasterio de Celio, tras la muerte de Pelagio II en 590, es elegido como su sucesor.

Durante su pontificado, reorganizó la administración pontificia, confiando numerosos encargos a los monjes benedictinos, reformó la actividad eclesiástica, estableció que los bienes de la iglesia se  destinarán a su propia subsistencia y para obra evangelizadora.

Trabajó por la paz promoviendo treguas y armisticios.

Gregorio reformó la misa, haciéndola más simple, promovió el canto litúrgico que tomó de él el nombre de ” canto gregoriano” , dejó un epistolado de 800 cartas y aún se conservan numerosas homilías; entre su obra destacan (comentario moral al libro de Job, Diálogos, y un libro dedicado a San Benito de Nursia).

Fué siempre humilde y sencillo y se le define como siervo de Dios; murió el 12 de marzo de el año 604, siendo sepultado en la Basílica de San Pedro.

María Esperanza Castro Torres pastoral de las comunicaciones vicariato.