Y a la celeridad en el impartir justicia

En el municipio de Inírida el crimen acecha y ante tanta criminalidad la población decidió protestar para demandar investigaciones precisas contundentes y con resultados.

Lo propio hizo el Obispo de Inírida, Monseñor Joselito Carreño Quiñones, quien en la homilía de despedida de Freddy Arbey Mendoza, no sólo expresó su saludo de condolencia a la familia, sino que también manifestó que desde lo más profundo del corazón ofrece un saludo de esperanza y consuelo a su familia,quienes en momentos tan dolorosos como el que hoy viven no deben perder la convicción de una vida eterna en respuesta a esa profunda fe, donde la muerte física no tiene la última palabra, ya que la vida en este mundo no es eterna y, siempre tarde o temprano llega el momento de partir; experiencia dolorosa, sin embargo, es morir para nacer a la vida eterna y tener vida en abundancia.

De otra parte, también hizo un llamado a orar por la comunidad iniridense, para que cese tanta inseguridad y violencia que causa tanto daño a la sociedad y, que se está expandiendo rápidamente, no sólo en el país, sino en el mundo entero.

A sí mismo exhortó, a tener respeto por cada ser humano, pidió por un corazón limpio, puro, lleno de paz para construir una sociedad fraternal y solidaria dónde todos quepan.

A su vez, hizo un llamado a no ejercer justicia por mano propia, ya que el remedio resulta ser peor que la enfermedad,
teniendo un efecto multiplicador peligroso.

Lo correcto es hacer un llamado a la institución policial, a qué ejerza sus funciones de manera ágil, rápida y eficaz; con resultados inmediatos, donde se garantice la vida y seguridad de los ciudadanos que en éste departamento hoy, están siendo víctimas de la extorsión, el secuestro y el asesinato.

Pidió también, se intensifique el trabajo de inteligencia de la fuerza pública en general y se examine también al interior de las instituciones la calidad de sus miembros, ya que es evidente su parsimonia por responder en forma oportuna al llamado de la comunidad, caso en el cual, hay que depurar la institución para que rindan frutos y entren a individualizar responsabilidades y determinar sanciones, respetando las garantías del debido proceso; ya que, finalmente es el estado de derecho y las instituciones públicas, quienes se encargan de castigar y sancionar el infractor.

Éste es el camino a seguir para procurar la seguridad de todos los habitantes de Inírida y el departamento del Guainía, hechos tan dolorosos, como el que hoy nos congrega, no pueden pasar desapercibidos y sin castigo, esperemos que la justicia haga su trabajo de manera expedita, diligente y eficaz.

María Esperanza Castro Torres
Oficina de pastoral de las comunicaciones.

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