El quinto mandamiento de la Ley Divina, nos ordena no atentar contra la vida de ningún ser humano.

La vida de cada ser humano es sagrada y debe ser respetada, cuidada, protegida  por todos y de manera especial, por las autoridades policiales, quienes tienen como misión primordial proteger y guardar la vida de cada ser humano de nuestro hermoso país Colombiano.

Es desgarradora y grotesca, la cruel manera como el profesional de ingenieria y estudiante de derecho Javier Ordóñez, fué detenido, inmovilizado, torturado y posteriormente asesinado, como se evidencia en el vídeo grabado por un testigo presencial de los hechos.

No hubo súplica valedera para salvar su vida, los patrulleros implicados en el atroz crimen, no realizaron un procedimiento adecuado y tampoco tienen como justificar el hecho.

La reacción de la comunidad ante tan execrable hecho, fué también violenta pero no hacía las personas sino, hacia los CAI y la infraestructura aledaña, donde de nuevo de nuevo la policía arremetió contra los manifestantes, cegando nuevamente la vida de siete personas e hiriendo a decenas de ellas. Cabe preguntarse: Quién les dió la orden de disparar y atentar contra la vida de las personas que allí se encontraban?.

Este tipo de violencia ejercido desde la policía, como aparato militar al servicio del estado, ejerciendo acciones violentas como mecanismo de represión social, se ha identificado en los últimos tiempos como hecho normal, tal como ha quedado evidenciado con el aleve asesinato de Ordóñez, los siete muertos reportados  y las decenas de heridos que se pronunciaban exigiendo justicia.

Desde el vicariato de Inírida, Monseñor Joselito Carreño, hace una exhortación vehemente a las autoridades nacionales, departamentales y municipales a qué ” cese la represión; a qué se identifique y castigue de manera ejemplar a los implicados en estos sanguinarios hechos, y a qué se reeduque a la institución en su verdadera misión como guardadora  y protectora de la vida, el orden y disciplina; sin necesidad de ejercer violencia despiadada contra la población, ya que nada de lo que se haga por la fuerza ha sido o podrá ser bien hecho, pues la fuerza no puede tener éxito y por lo tanto es inútil emplearla”.

María Esperanza Castro Torres
Oficina de pastoral de las comunicaciones

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