María Esperanza Castro Torres
Oficina de prensa, Vicariato de Inírida

Según el diccionario de la Real Academia de la lengua, racismo es un sentimiento exacerbado del sentido racial, de un grupo étnico que habitualmente, causa discriminación.

Ya en los primeros capítulos del libro del Génesis, se deja ver ese sentimiento de discriminación con la tragedia de Caín y Abel.

Desde la perspectiva histórica, la segregación es un fenómeno presente en todos los estadios del desarrollo de la humanidad, lo podemos vislumbrar sobre todo en la práctica de la colonización y la esclavitud al principio de la época moderna, con la invasión del Nuevo Mundo, cuando llegaron los europeos arrasando toda una civilización que gozaba de costumbres propias y libertad plena; esclavizando no sólo los indios para aprovechar su mano de obra, sino también esclavizando y avasallando a los de raza negra procedentes del África Subsahariana, empezando a elaborar toda una teoría racista para justificarse; luego toda discriminación racial es toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico; cuya finalidad o efecto sea anular o menoscabar el reconocimiento, disfrute o ejercicio en condiciones de igualdad de los derechos humanos y de las libertades fundamentales en el ámbito de lo político, económico, social, cultural o en cualquier otro ámbito de la vida.

A partir de grandes luchas y líderes del mundo, se han obtenido grandes logros, como es el caso emblemático de la extinción del apartheid en Sudáfrica, logro liderado por ese icónico líder Nelson Mandela, quien tras grandes luchas y después de permanecer 27 años en prisión, logró dejar una huella imborrable en la historia del mundo y de manera particular en Sudáfrica; fué el primer presidente de raza negra de la nación surafricana; referente mundial de integridad moral, concordia social y valores democráticos; éste gran hombre afirmaba: “Nadie nace odiando… se aprende a odiar y el ser humano está más naturalmente predispuesto al amor, por tanto, debemos aprender y enseñar a amar.”

Hoy, en pleno siglo XXI, y después de grandes luchas, pérdida de vidas humanas; se recrudecen éstos actos denigrantes de racismo y exclusión; motivando gran preocupación a los defensores de los derechos humanos y a los que viven y anuncian el evangelio de la vida de nuestro Señor Jesucristo; es por eso que la iglesia católica, la cual hace un llamado a través del papa Francisco quien ante el crecimiento del odio y el racismo dijo: ” no podemos perder la memoria” y recordando que ya son 75 años de liberación del recordado horror de los campos de concentración en Auschwitz, donde murieron más de un millón de judíos, cuyos cuerpos fueron incinerados prueba máxima de crueldad y horror cuando la humanidad se deja dominar por una ideología asesina.

Comentó el papa en su oportunidad, “se ha apreciado un bárbaro recrudecimiento del antisemitismo”, condenando cualquier forma de odio, advirtiendo que para afrontar el problema en sus raíces, debemos comprometernos a “arar la tierra en la que crece el odio, sembrando en ella la paz”.

A su vez, desde el Vicariato Apostólico de Inírida, el señor Obispo Monseñor Joselito Carreño Quiñones, hace lo propio, al expresar que ” si el mundo pierde la memoria, aniquila su futuro, y si permanecemos indiferentes ante el grito de la humanidad que sufre, preparamos terrenos fértiles donde crece fácilmente el odio “; de igual forma invita a la reconciliación espiritual, como hermanos de un solo techo, La casa Común, donde debe reinar la paz, la tolerancia, el respeto por la humanidad y el amor. Recuerda también, el obispo, que la realidad del racismo está tan presente en todos los seres humanos, en unos menos y en otros más, por lo que primero que debemos hacer es admitirlo y pedirle a Dios que lo erradique del corazón humano y nos conceda el regalo de ser instrumentos de su paz, perdón y reconciliación.


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